DOS DE LENGUA PARA LLEVAR

No sabía si llorar o reír cuando me enteré que Taco Bell abría una sucursal en México. No es nada más ni nada menos que otro atentado contra nuestra soberanía. En este caso nuestra independencia gastronómica. Seguramente todo mexicano con mínima cantidad de nacionalismo se opondría a tal insulto. Imaginé a los remisos del servicio nacional de inmediato alistándose en sus cuarteles locales para defender el sustento de la patria (no se amontonen).

¿Cómo es posible que los gringos traten de vender tacos en México? Esto me huele tan postizo como una quesadilla de flor de calabaza con ketchup, pulque en vaso de champán o molcajete de teflón. Nada de esto se menciona en las negociaciones del Tratado de libre comercio. Si a esto hemos llegado, donde se detendrá este ataque? Espero que no se vaya a prestar el Ángel de la independencia para anunciar Diet Coke.

(Imagínate música de fondo de Whitney Houston o Luis Miguel adornando escenas mexicanas que resaltan el coraje nacional, como lo hace televisa con sus "estrellas", y la escena final en un pan en helicóptero del ángel de la independencia con un bote de Diet Coke en lugar de la corona de laurel.)

Si para algo sirven los representantes legislativos, que investiguen si la UNESCO declararía a los tacos como patrimonio de la humanidad. Quizá solamente de esa manera podemos proteger nuestra comida nacional. La misma protección se ha otorgado a varios sitios de importancia arqueológica y a varias ciudades coloniales. Pero esta protección puede resultar contraproducente.

¿Que haríamos si resulta una crisis taquera y Boutros-Boutros Ghali con el apoyo del consejo de seguridad de las Naciones unidas envía tropas de cascos azules de algún conflicto étnico a México para proteger las principales taquerías del país de las garras capitalistas de Taco Bell o McDonald's? ¡Ay que pena! ¿Qué les diríamos a los bosnios o a los refugiados de Ruanda? que unos kilos de huitlacoche son más importantes que siglos de tensión regional resolviéndose de manera sangrienta. Pus...

Pensándolo más a fondo, tengo otra solución.

Lo que necesitamos son mas taquerías que funcionen como centros culturales. La infraestructura esta allí, no necesitamos de ninguna ayuda solidaridesca, ni de una beca Guggenheim o Rockefeller. Las taquerías ya son autosuficientes por el hecho de vender tacos.

El público ya está allí, comiendo tacos obviamente, pero lo importante es que ya están allí. Como promotores culturales no necesitaríamos preocuparnos si iría gente a escuchar alguna lectura o presentación de libro. Y ya no nos quejaríamos de ver la misma gente en todos los eventos culturales.

Sería tan bello ver la fusión entre los dos espacios, el espacio de la taquería con todos sus elementos, personajes, y mezcla de gente con el espacio de las lecturas de poesía también con su circo de personajes.

En más de una ocasión me he encontrado con la bola en las bancas de El Gordo con la boca muy abierta admirando los cuchillos/espadas samurai de los taqueros. Después de alguna recepción o evento en el CECUT, después del teatro, después de la hueva.

"Dos de adobada con todo".

El maestro taquero jugaba con mis sentidos. Bien sabía que todo el mundo lo veía, y por eso transformaba la creación de un taco en un espectáculo dramático y trascendental. Estaba en la presencia de un ritual milenario.

A veces el maestro parecía manipulador de las leyes físicas que gobiernan este mundo. Hacía flotar por espacio de segundos una cucharada de guacamole, girando como un satélite antes de caer muy dispuesta a la cama doble de tortillas. No ocultaba su maestría. Como samurai ostentaba su supremacía sobre las capas de carne adobada. Con delicadeza y precisión pasaba el filo largo a los lados de la carne haciendo caer a la boca de las tortillas trozos jugosos de carne.

Ante el taquero todos somos iguales. La humilde vendedora de rosas nocturnas recibe la misma mula que el junior mas exigente y cansado de tanta discoteque. Para el taquero no hay pochos ni popis, no hay analfabetas ni intelectuales solo hay amantes de la taquiza. Qué bello ejemplo de democracia.

Durante la mayor parte de este siglo México ha estado en busca de la democracia, quizá no necesita buscar más lejos que las taquerías de cada esquina.

"Dos de justicia social, para llevar".


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